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¿Cómo acompañar al Doliente? Allegado, familia o profesional sanitario…..

En este momento de pandemia por COVID19, en el que todos estamos inmersos en un duelo compartido, se hace necesario que la Sociedad, como conjunto, acompañe en el sentir del dolor por la vulnerabilidad y fragilidad compartida.

La infección por COVID19, y la consecuente muerte de muchos de los afectados, deja en los dolientes un riesgo elevado de duelo complicado, en un 30% de los casos es probable que aparezcan complicaciones, un 20% más que en condiciones de normalidad. Son muchas las personas que se han acercado a mi pidiéndome consejos sobre cómo ayudar al doliente, para esto voy a hablaros un poco del duelo y de lo que podemos hacer como allegados.

¿Cómo podemos acompañar en el duelo al doliente, siendo amigos, familiares o profesional sanitario?

Voy a acercarme a este tema hablando de lo que experimenta el doliente ante la pérdida de un ser muy querido. Por delante va a tener la difícil tarea de adaptarse a una situación no deseada, que, por definición, es irreversible. Se dan distintas etapas, es un proceso dinámico: el momento inicial aparece el shock, el trauma, muy presente cuando la muerte es rápida, inesperada, como sucede en los afectados por COVID19, llena de frustración, enfado y dudas al doliente. En un momento posterior aparecen emociones que preparan para la aceptación, aquí está muy presente las situaciones de proximidad con el fallecido, queriendo rememorar escenas compartidas, y también los momentos de evitación, en lo que se hace necesario evadir la realidad en un intento de hacer más llevadero los momentos dolorosos. Según avanza el proceso, va apareciendo la adaptación a una nueva realidad, se va integrando la vivencia, revisando esquemas internos de nuestro lugar en el mundo, y también esquemas externos, que nos llevarán a pensar con quién y cómo nos queremos relacionar, y en último término, en el mejor de los casos, aparece la transformación, la conexión interna con el fallecido, la búsqueda del sentido de la pérdida. No hay un tiempo cerrado en la resolución de este complejo proceso, en general nos situamos en tiempos entre 6 y 12 meses. Va a depender de la personalidad previa de la persona afectada, de su red de apoyo y de las circunstancias de la muerte. Lo traumático de la situación actual, y la dificultad del contacto físico de la red de apoyo, hace más necesario el establecer una red de ayuda, identificando lo que cada uno de nosotros, como allegados del afectado podemos aportar.

La persona que acompaña al doliente tiene una tarea difícil, desconoce la emocionalidad del doliente cuando le llama o cuando le ve, no hay cartel que nos diga hoy necesito un abrazo o hoy necesito solo distraerme y no hablar de mi dolor. Esto hace, que como acompañante nos resulte difícil acercarnos, no sabemos si quiere hablar del fallecido y compartir sus preocupaciones, si quiere estar solo, o simplemente hablar de cosas banales.

En realidad, ambas cosas son necesarias, poder compartir cuando el doliente necesita contactar con la experiencia dolorosa y poder protegerse del dolor, salir de su experiencia y compartir un rato de ocio o distracción. Es un arte poder sintonizar con el doliente, leer y respetar su necesidad. Un arte porque no es tares fácil. Sin embargo, cuando el alma duelo, necesitamos que alguien nos escuche y no se asuste ante la expresión de nuestro dolor.

Es una carrera de fondo, donde no tendría sentido hacernos muy presentes en los primeros días de la pérdida y desaparecer en los meses posteriores. Acompañar al doliente es difícil, nos enfrenta a nuestra propia vulnerabilidad, a nuestra temida fragilidad. En último término a nuestra propia muerte.

Por si os ayuda en esta difícil tarea, os comparto unas claves para facilitar el acompañamiento:

  • Observar
  • Estar atento a la metacomunicación
  • Mostrar empatía, un genuino interés a la hora de llamar o quedar 
  • Preguntar cuando no tengas claro que necesita tu allegado 
  • Respetar sus tiempos, tanto el derecho a compartir como el derecho al silencio
  • Hacernos presentes, ofreciendo planes concretos, permitiendo aceptar el no como respuesta
  • Validar desde nuestra emoción, lo que nos comparte el doliente, aunque esté alejado de nuestro propio esquema o nuestra propia experiencia
  • No juzgar
  • Huir de expresiones tipo: “no llores”, “esto en unos meses se pasa” “tú eres fuerte”

A veces me comentáis: “no se si voy a molestar…mejor no le llamo”. Siempre que te acerques al otro desde la honestidad de tu emoción, con una empatía de calidad, serás bien recibido, vas a poder transmitir algo que es muy importante: una intención real de estar disponible para la otra persona.

La dificultad de la despedida, en esta situación de pandemia actual, hace más difícil la aceptación de la nueva realidad, la dificultad en el encuentro, la dificultad de estar presente en los procesos de despedida, no poder abrazar…hacer frente a la tremenda soledad, o la incomprensión. Todas las circunstancias actuales que dificultan la despedida, requieren ayudar al doliente a construir una narrativa de lo ocurrido, a compartir el relato de malestar, a expresar las emociones, a despedirnos de los seres queridos, a hacer un duelo en compañía.

El arte de acompañar requiere no ser invasivos, poner en marcha la escucha activa, preguntar ¿cómo estás?, ¿qué necesitas hoy? ¿te puedo ayudar en algo?, requiere respetas la ambivalencia o sentir del doliente, no juzgar, dejar nuestro esquema de funcionamiento mental para entender el funcionamiento del otro, para empatizar, facilitar la expresión de emociones y también el silencio. Todas estas importantes acciones van a facilitar conectar con el recuerdo agradecido, hacer presente al fallecido.

Pienso en el acompañamiento como en una red de interconexiones, en la que cada uno de nosotros sostenemos el sufrimiento y el malestar del doliente y a la vez, nos dejamos sostener y acompañar por la gente a la que queremos, con quien convivimos. No desde posturas paternalistas, sino desde posiciones que nos permitan expresarnos y crecer, crecer en red, sosteniéndonos y apoyándonos los unos a los otros. Necesitamos, por tanto, expresar lo que sentimos.

La dificultad actual añadida es que la propia red de apoyo también está en duelo, con más o menos intensidad en su experiencia dolorosa, pero inmersa en el aislamiento social. En esto las tecnologías nos ayudan, no sustituyen un abrazo, pero permiten sentir la continuidad del afecto. Ahora más que nunca, se hace necesario apoyarnos en nuestros seres queridos para poder acompañar al doliente principal.

Recordad que en el acompañamiento en el duelo se da un proceso dual, donde respetemos la necesidad del doliente para tener momentos que le permitan conectar con el dolor, pero también momentos de protección. La mejor ayuda sería comportarnos como sus cajas de resonancia: él o ella emite una emoción y nosotros su eco, validando desde nuestra propia emoción lo que dice, que sienta que le estamos entendiendo, que estamos disponibles para la escucha. La experiencia dolorosa es única, universal la muerte, pero única la vivencia personal, respetando tiempos y necesidades individuales. 

Quiero hacer una mención especial a los profesionales sanitarios; vosotros sois quienes estáis en primera línea de fuego, vuestro papel es clave, tanto en atención primaria, para identificar síntomas de duelo complicado, bien por la intensidad del síntoma de malestar o por la duración de los mismos, como en atención hospitalaria. Vuestra mirada, vuestra escucha, vuestro papel de facilitadoras y mediadoras, puede ser clave para prevenir un duelo complicado. Permite al paciente la expresión de emociones, puede ser la tristeza expresada con el llanto, con enfado, ansiedad, bloqueo o necesidad de expresar un relato. Tal vez tu papel sea facilitar una llamada, una caricia, una despedida, u ofrecer tu disponibilidad posterior cuando el doliente necesite construir el relato de la muerte y preguntar al profesional sanitario que le pudo acompañar, conocer de tu voz los hechos sucedidos, supliendo lo que ellos no pudieron hacer. Da valor a esto, a tu trabajo como cuidador, al valor de las pequeñas cosas que son de tan alta importancia, como facilitar una videollamada.

Elaborar las circunstancias de la muerte, construir una narrativa, es una tarea necesaria para el doliente, entender, en situaciones de trauma como estás, quién le atendió, si estuvo o no acompañado, si expresó algo antes de morir, cómo fueron sus últimos momentos. Tu papel va a ser muy importante para la tarea posterior de afrontamiento de la pérdida. También facilitar información concreta, cómo a qué recursos o personas recurrir cuando te piden ayuda.

Duelo-Formación. Superar una pérdida
Enfermera. Tu papel es clave

Sois un pilar fundamental de la sociedad, un sostén para aquellos que pasan situaciones de incertidumbre y enfermedad. Este es, también, un reconocimiento a vuestro trabajo

  • Reconocemos vuestras fuerzas, vuestra capacidad, pero también vuestros desvelos y vuestro cansancio: porque no sois superhéroes ni superheroinas, sois personas que sobrellevan una circunstancia complicada sobre sus hombros.
  • Reconocemos vuestro aliento y vuestras ganas, pero también vuestras ganas de que esto acabe y vuestra frustración por no llegar a todo, porque no sois superhéroes ni superheroinas, sino personas con vuestras limitaciones y vuestras propias emociones que también es necesario escuchar.
  • Reconocemos vuestro coraje y vuestro empeño, pero también vuestras ganas en ocasiones de tirar la toalla, porque no sois superhéroes ni superheroinas, sino personas con vuestras propias necesidades ahora parece que en suspense…

No olvides algo importante, eres humano, cono tus propios miedos y tensiones. Cuídate para poder cuidar a los demás:

  • Expresa tus emociones
  • Permítete pausas y descansos, para tomar energía, para soltar tensiones
  • Comparte tu malestar con tu equipo, pídeles ayuda cuando sientas que lo necesitas y que tu disponibilidad es limitada
  • Usa tus vías de escape
  • Desahógate
  • Disfruta de la vida: con tu película favorita, con la canción que te hace bailar, con el abrazo de tu familia.

Hablar de la muerte, es hablar de la vida, plantearnos cómo quiero vivir: qué deseo y a qué renuncio. Todos formamos parte del sistema, en una red de interconexión mutua, donde nuestro papel es importante. ¿Cómo Quieres Vivir?

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