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Construir una nueva Navidad. Consejos para las Familias en Duelo

Queda poco para las fiestas Navideñas, lo vemos en la decoración de las calles iluminadas, en los pesebres, en las vallas publicitarias, en la televisión que parece anunciar el regalo perfecto, inmersos en una sociedad donde parece difícil “escapar de la Navidad”. Para muchas personas es un motivo de alegría, de celebración, de reencuentros familiares, de diversión. Sin embargo, son muchas las familias que han perdido a un ser querido, muchas las personas para las cuales van a ser fechas no deseadas, expuestas al temor de esta festividad, que se afronta con dolor.

La esencia de la Navidad se sitúa en el encuentro familiar, en compartir momentos íntimos, en demostrarnos el afecto que nos tenemos, en el placer de poder estar juntos, de aproximar distancias, de reparar desencuentros. Comemos platos tradicionales, nos hacemos regalos, compartimos rituales según nuestras creencias y organizamos actividades con los más pequeños de la casa. Pero esta intensidad en el encuentro choca con el vacío y la añoranza de la silla vacía. Para las familias en duelo, todos estos momentos despiertan sentimientos de aflicción por la ausencia de la persona fallecida. Más que ningún otro momento del año, la Navidad nos conecta con la dura realidad de la pérdida: él o ella no están…entonces¿qué sentido tiene la celebración de estos días? Como muy bien expresan las personas en duelo “lo que desearía hacer es meterme en la cama y no salir hasta pasadas las fiestas, no tengo nada que celebrar”.  

Nuria lo expresa así:

“otra vez la Navidad, supuesta felicidad, en la que recibo muchas felicitaciones, que agradezco, pero que no tienen en cuenta mi dolor, la verdad es que no me hace feliz, me siento triste, y aunque ha pasado el tiempo, le echo de menos, añoro estar juntos y no quiero empezar un año nuevo sin él”. Lo escribe dos años tras la pérdida de su pareja. “nunca hubiera pensado que esta celebración pudiese ser tan dolorosa; me molestan las luces, la música, quiero cerrar los ojos y al abrirlos ver que todo ha pasado”.

De forma natural la Navidad es una fiesta emotiva. La mayoría tenemos recuerdos de infancia importantes, algunos buenos, otros difíciles quizás, que se despiertan al acercarse estas fechas. Puede evocarnos pérdidas del pasado que nos traen emociones intensas. Puede ser un tiempo triste por los abuelos o padres u otros familiares que hemos perdido en el transcurrir de la vida, también podemos entrar en contacto con lo que ya no tendremos: quizás el amor de una pareja, o hijos que deseamos y no llegaron o un conflicto familiar que nos ha separado, o el alejamiento de la familia política al separarnos…son muchas las situaciones difíciles que dejan heridas. Estas heridas, no son inocuas, duelen, podemos no notarlas cuando estamos alegres, distraídos, pero se hacen presentes en momentos emotivos, donde se espera de nosotros felicidad.

Si estás en duelo, es normal que te sientas triste, sobrepasado e incluso algo enfadado, en conflicto con lo que se espera que hagas estas fiestas. Los otros: hijos, hermanos, quizás tu pareja, tus amigos más íntimos, te piden que estés presente, que estés bien, que hagas lo de siempre, que sigas adelante, pero tú estás rota por dentro, te fallan las fuerzas. No puedes dejar de pensar en tu ser querido, no quieres pensar en comidas, no quieres pensar en regalos. Temes las fiestas, mucho antes de que empiecen. Te preguntas como harás para que la tristeza no te embargue, como resistir sin arruinar las fiestas a otros miembros de la familia, tal vez.

Lucía lo expresa así:

durante el funeral deseaba cerrar los ojos, y que al abrirlos hubiera pasado todo, unos meses insoportables, un dolor intenso, mantenido, que parecía no tener fin. Nada podía consolarme, parecía que estaba inmersa en un agujero negro. No celebramos nada ese año, hicimos como un día normal. No entendía como la vida de los demás continuaba como si nada, me sentía rota. Ahora se que mis otros hijos también tienen derecho a seguir celebrando la Navidad”

SUPRIMIR LA NAVIDAD

Lo más natural para muchas personas en duelo, es como Lucía cuenta, pensar que la mejor opción es suprimir la Navidad. Es entendible y tentador; hay muchas familias que toman esta decisión, ante el dolor de lo que les espera. Prefieren cancelar la Navidad, no organizar nada que les recuerde estas fechas o hacer algo distinto, como un viaje a un sitio lejano, un lugar que no recuerde lo sucedido, donde nadie les conozco, lejos de casas, de otros miembros de la familia, de los amigos, de los rituales.

“la primera Navidad sin nuestra hija, nos fuimos a México. No nos alivió el dolor, pero evitamos situaciones que nos hubiesen llevado a una emotividad demasiado intensa. El sitio era espectacular, nos ayudó a distraernos. Estábamos pendientes de otras cosas…Suprimir la Navidad, esa era la idea. No sé qué haremos este año, todavía no está hablado. Mi impulso sería volver a huir, pero entiendo que no lo podré hacer indefinidamente”. Texto: El mensaje de las Lágrimas. Alba Payás

La opción de intentar huir de los recuerdos y las obligaciones Navideñas es una opción natural y humana. Es posible que te ayude a sentir más ligera, sin embargo, recuerda que la pena la llevas dentro, donde vayas, cada año tendrás que afrontar estas fechas, con el mismo dilema: ¿Cómo organizar la primera navidad sin él o ella? Huir de la situación no la resuelve, la aplaza, el dolor emocional podemos posponerlo, pero nunca suprimirlo, siempre acaba emergiendo y con el tiempo se crece. Hay familias que acaban por no organizar nunca más una fiesta de Navidad: año tras año el dolor se va acumulando y cada vez cuesta más romper lo que se ha convertido en un hábito de evitación. Es triste ver el efecto que esta falta de celebración tiene en los niños o adolescentes. Muchos manifiestan haberse perdido algo, de asociarlo con algo doloroso, y como les ha marcado como adultos a la hora de trasmitir a sus propios hijos el significado de estos encuentros.

HACER LO DE SIEMPRE, EVITANDO HABLAR DE LO SUCEDIDO

Quizás tu elección haya sido otra, hacer lo de siempre, en un intento valiente de seguir la vida como si nada hubiera pasado. Sería el lema de “hay que hacerse el fuerte, sobrellevar la situación de la mejor manera, no hablando de lo sucedido”. Así no mencionas nunca a la persona ausente, intentas borrar o apartar todo lo que te suscite recuerdos de tu ser querido. Escondes el dolor, y se instala la máscara del duelo, “haces ver que lo llevas bien”. Tal vez este escudo no siempre funcione, tal vez, muestres alguna lágrima, te emociones. Entonces alguien cercano señalará: “no te pongas así, hazlo por nosotros”, ante lo que toca tragarse el nudo, respirar o quizás ir a llorar a otra habitación. Para algunas personas el baño es el último recurso donde expresar, en soledad, sus sentimientos. La soledad lo inunda todo, con un acuerdo implícito, “el dolor si no expresa no existe, vamos a negar o evitar todo lo que sea emocional”. Es una manera de afrontar que a corto-medio plazo, va a empeorar las cosas; los sentimientos encubiertos acaban saliendo de forma distorsionada. Se acaba no mencionando al ser querido para no preocupar a los demás. Todos sufren en silencio, aumentando la sensación de aislamiento, la tensión y los muros del silencio. Esta tensión a menudo se traduce en agotamiento, irritabilidad y mucha ansiedad.

Pablo lo expresa así:

“tomamos la decisión de hacer ver que nada había pasado, conscientes de no querer hablar de nada doloroso, de ignorar lo que había sucedido y hacer lo de siempre. Nos esforzamos en evitar todo lo que pudiera despertar emociones. Terminé agotado, con una gran sensación de vacío. Aprendí que el dolor escondido, te sacude de nuevo después. A partir de ahí decidimos incorporar sus recuerdos, construir algo nuevo”

 

 

CONSTRUIR UNA NUEVA NAVIDAD

Nunca nada volverá a ser como antes, pero tú y tu familiar podéis empezar a afrontar las fiestas de una manera distinta, construir una nueva Navidad. Podéis mantener lo que os ayude en este proceso, eliminar lo que no os ayuda y crear nuevas formas de vivir estas fiestas. Fruto de nuestra experiencia con dolientes, que, como tú, han perdido a un ser querido, te damos unas sugerencias, sin perder de vista que tú eres la persona mejor para decidir que es lo bueno para ti.

Planifica con antelación:

Te va a ayudar planificar en detalle lo que harás cada uno de estos días. Es mejor, saber qué nos toca hacer durante el día, que afrontarlo sin ningún plan. Tal vez luego decidas no seguir lo planificado porque ves que no te conviene, aún así tendrás la sensación de controlar tu el día y no dejar que el día te lleve a la deriva. Puedes tener un plan A que incluya actividades sociales, de mayor exposición emocional, y un plan B con más tiempo de descanso y más intimidad. Permítete usarlos y disponer de ellos según tu estado emocional.

Haz una reunión familiar antes de que lleguen las fechas:

Convoca a toda tu familia a una reunión abierta para hablar de las fiestas. Es importante que participen los mayores, los niños y adolescentes, e incluso amigos significativos si los hay. La reunión requiere tres normas sencillas: intentar no interrumpirse, trasmitir que cada uno tiene permiso para expresar sus sentimientos -aunque sean dolorosos-, y dar espacio y tiempo a cada uno para expresarse, adolescentes y niños incluidos.

Haz que los demás se sientan cómodos contigo hablando explícitamente de lo que ha sucedido y de la ausencia de tu ser querido: “estamos juntos aquí para planificar estas navidades que serán las primeras sin….(o las segundas, terceras…), le echamos mucho de menos y queremos que esta oportunidad de estar juntos siga….hacer algún bueno para todos, a pesar de su ausencia, es lo que él/ella hubiera querido….es nuestra manera de seguir demostrándonos afecto…”

Si no mencionas su nombre ni lo sucedido, los otros pueden asumir que no deseas que se hable de ello y esto levantará un difícil y duro muro de silencio entre vosotros. Es importante hacer un reconocimiento desde el corazón, aunque duela y te emociones, de que él o ella no está. Es importante evitar el aislamiento y sufrir en silencio. El hecho de que tú lo hables de forma explícita rompe ese tabú y hace que todos los miembros de la familia sientan que les das permiso para compartir, si es su deseo. Muestras así, que no te da miedo hablar de lo sucedido a pesar del dolor que conlleve.

En ese encuentro hablad de vuestras emociones, vuestras necesidades e inquietudes, vuestros temores. Hablad de lo que cada uno necesita estos días, recoged las distintas opiniones y los deseos: ¿queréis hacer cosas como siempre? ¿qué cosas deseáis? ¿cuáles afrontáis con temor? El simple hecho de realizar este encuentro ya supondrá un gran cambo en la manera de comunicaros en la familia: estáis diciendo que os necesitáis mutuamente, que habéis vivido una experiencia muy dolorosa, pero que queréis compartirla en familia y que la expresión de vuestros sentimientos estos días es esencial, os vais a dar permiso para compartir, rompiendo o evitando los muros del silencio.

María lo expresa así: 

“cuando murió mi madre, yo acababa de tener a mi segundo hijo, hasta entonces la Navidad, la celebrábamos en familia, todos juntos, en casa de mis padres, con mis hermanos, cuñados y sobrinos. Decidimos hablar todos y vimos la importancia de continuar juntándonos para celebrar la Navidad como un encuentro especial para los niños. Hablamos de las cosas que podíamos o no modificar, incorporamos nuevos rituales, como escribir en un papel un deseo para el nuevo año, ponerlo en un saco y compartir al final de cena, leyéndolos. Vi con quien de la familia podía plantear cambios y a quien podía delegar alguna tarea -aquello de lo que no me sentía capaz-. También me comprometía a cuidarme tomándome tiempo para mi, dando algún paseo en el campo, permitiéndome días de descanso en casa y pedir ayuda si lo necesitaba”.

Repasad los rituales habituales de vuestra familia:

El árbol de Navidad, el pesebre, las comidas, los regalos, los Reyes, la fiesta de fin de año. Dejad que cada uno exprese su sentir respecto a cada uno de ellos. Habrá algún miembro de la familia que traslade su deseo de no hacer nada, otros, como los niños-adolescentes, por ejemplo, expresarán su deseo de celebrar a pesar de lo sucedido. Escucharos mutuamente y pactar lo que podéis o no hacer y compartir. Haced saber a la familia extensa lo que habéis decidido, explicarles que os habéis reunido y lo que necesitáis de ellos. Vuestros amigos y familia más lejanos respetarán vuestras decisiones y agradecerán saber cómo pueden ayudaros. 

Teresa, lo expresa así: “decidimos hacer el pesebre, pero esta vez, con un nuevo elemento, la foto de su padre acompañaba las felicitaciones recibidas, los poemas de Navidad que los niños habían escrito en el colegio y dos velas…antes de empezar la cena, con toda la familia, alrededor de la foto, encendimos las velas, nos dimos un tiempo cada uno para expresar nuestros pensamientos, sentimientos, unos con palabras, otros en silencio, otros con algo de música…los niños nos enseñaron los dibujos que habían hecho para la ocasión. Una vez deshecho el nudo que todos teníamos, nos fue más fácil darnos los regalos y celebrar con los niños el día festivo”

Buscad una manera simbólica de recordar a la persona fallecida a lo largo de las fiestas

Cread un espacio o tiempo específico para rememorar. Quizás un pequeño ritual antes de comer, quizás contar sus anécdotas preferidas o leer un escrito que los niños-adolescentes hayan realizado, quizás una visita al cementerio. Haced que todo el que lo desee participe de este espacio. Os invito a ser creativos: los niños os darán muchas ideas. Marcar los momentos de recordar de forma clara: por ejemplo, antes de empezar la comida, o antes de abrir los regalos. Un simple momento de pararse, tal vez de tomaros de la mano, de recordar cuanto nos hubiera gustado que nuestra persona querida estuviera con nosotros, honrar su vida, señalar su legado.

Al expresar estos recuerdos es posible que alguien se emociones, y ante este dolor natural lo que podemos hacer es simplemente darle la mano u ofrecerle un hombro afectuosos y sobretodo, no permitir que se aísle, ni que para el llanto o la emoción que le embarga.

Clara lo expresa así: “antes de empezar a cenar, cuando estábamos todos sentados en la mesa, sugerí si podíamos cogernos de las manos, cerrar los ojos un instante y sentir que nuestra hija Alba, formaba parte de la cena. Que, aunque su silla estuviera vacía, ella estaba con nosotros, aunque de otra manera. Hubo emoción y muchas lágrimas, pero…¿qué otra cosa podía hacer en esa primera Navidad?…y…qué mejor que compartirlo…

Hablad de las cosas que haréis con los niños

Tenedlos en cuenta. Incorporar a los pequeños en todos los rituales de recuerdo. Los niños necesitan que se les asegure que van a pasar los Reyes o Santa Claus, según la costumbre familiar, y que a pesar de que estamos tristes por lo sucedido es correcto y tienen permiso para disfrutar de las fiestas.

Cuando un niño afronta una situación de crisis en la vida, lo primero que hace es mirar a los ojos del adulto que le acompaña. Si ve miedo, entonces responderá con miedo. Pero si el niño tiene la fortuna de estar rodeado de adultos que siente dolor y lo expresan sin temor, entonces reaccionará de la misma manera, y estaremos educando a niños fuertes para la vida. Lo que intranquiliza al niño no es nuestro miedo a la muerte, sino nuestro miedo a hablar de ella. Pro eso no es bueno para ellos la experiencia de pasar las fiestas haciendo ver que nada ha sucedido.

Carlos lo expresa así: “tenía 11 años cuando perdía a mi madre, me hubiera gustado que me dejaran ir al funeral, pero no me dejaron. Papá y yo sobrevivimos en silencio, pero como niño eché de menos una presencia simbólica que me acompañara, escuchara y sostuviera en mi dolor. Todos necesitamos llorar, ser acogidos y despedirnos de alguna manera, poder llorar juntos”

Planifica tiempo para descansar

Date un tiempo de silencio, para estar contigo. Estar en duelo es agotador, y nos consume mucha energía. Cuando quieras descansa, échate o da un paseo por la naturaleza.

Si tu duelo es reciente recuerda que necesitarás tiempo para sentirte mejor. No quieras correr: habrá días difíciles y también días mejores. Solo sobrevivir el día a día ya es un reto. Seguramente sean unas Navidades muy tristes. También puede ser que de pronto suceda algo que te anime. Sea cuales sean las circunstancias recuerda que son solo unos días, que pasarán y sobrevivirás.

Necesitas ir poco a poco, cuidar de ti y coger con afecto tus emociones, ser amable y compasiva contigo misma, con tu dolor, con tu experiencia, respetando tus tiempos.

Prepárate para lo que pueda suceder en las reuniones sociales:

Recuerda que esos encuentros son como un campo de minas emocionales, especialmente si hay personas que desconocen lo sucedido. Puedes escuchar comentarios, que otros hacen sin intención de dañar, que para ti serán dolorosos, como “damos gracias por estar todos juntos”, “espero que tú y tu familia tengáis buenas fiestas”, “felicidades y buen año nuevo”. Protégete, para ello, es importante que tengas una puerta de salida por si las cosas se ponen demasiado difíciles. Habla con las personas que organizan, serán comprensivas.

Date permiso para cambiar de opinión y cancelar una actividad que sea demasiado exposición para ti. Está bien esforzarse, pero si fallan las energías, es una prioridad cuidarse.

Tendrás momentos donde te acecharán recuerdos insospechados:

Encontrarás esa cosa que tanto le gustaba a tu ser querido, o quizás recordarás que ella ya nunca hará esos platos que tanto apreciabas. Estos recuerdos aparecen como si de una emboscada se tratara. Respira hondo, suelta la tensión de tu cuerdo, siente la punzada de dolor, déjate sentirlo y afloja tu corazón. Son situaciones normales y un reflejo del amor que sientes y de tu añoranza. Solo debes acoger estos momentos como regalos a pesar del dolor que te suscitan, mantenerte presente y perimirte sentirlo.

Simplifica tus obligaciones:

Pide ayuda y delega. Date permiso para no hacer aquello que no te ves capaz. Rebaja tu autoexigencia. Sigue tu ritmo, el duelo no sabe de prisas, lo más importante es que estés presente con todo lo que te va trayendo.

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Todas las personas en un momento u otro de nuestras vidas caminamos entre arenas movedizas. La pérdida es una experiencia universal. ¿de qué depende que podamos mantenernos de pie? En gran parte de las experiencias que tuvimos en el pasado dónde nos sentimos amados, seguros y protegidos. En momentos difíciles de la vida dónde afrontamos situaciones de estrés, de duelo, de escasez afectiva, de soledad existencial, nuestra mente debe sustentarse y nutrirse de recuerdos relacionales significativos. Recuerdos donde alguien nos ha enseñado lo que es sentirse querido, sentirse especial, que nos ha trasmitido el amor por la vida. A veces esa figura, no es papá o mamá, a veces, es un abuelo o abuela, un profesor, un tío, alguien que nos mira y por quien nos sentimos amados, en una muestra de amor verdadero, sin condiciones.

La familia no es solo la asignada por defecto, tal vez no vivan ya las personas queridas, o tal vez la relación es demasiado complicada. La familia, también es la creada y elegida en la vida adulta, con la inclusión de todas las personas que para nosotros son significativas. Las Navidades y otros momentos especiales de celebración familiar, pueden ser una oportunidad de crear esas vivencias, de vínculo potente. Si algo nos enseña nuestra pérdida, nuestro dolor, es la importancia de generar vínculos, de amar y ser amados, de crear relaciones significativas y dar valor al tiempo gratuito de dedicación y amor a los que nos quedan.

 

Ana Rodríguez Gonzalo. Psicoterapeuta. Especializada en Duelo

Texto de referencia: El Mensaje de las Lágrimas: una guía para superar la pérdida de un ser querido. Ed. Paidón. Alba Payás

2 comentarios en «Construir una nueva Navidad. Consejos para las Familias en Duelo»

  1. Hola usted ayuda en el proceso de duelo perdí a mi esposo este año 😭 es muy duro 😔 tengo una hija en etapa adolescente tiene 13 años y bueno estoy tratando de salir de esto requiero ayuda me siento sola como en el aire, no tengo empleo estoy sin dinero y lo que quiero es un nuevo comienzo pero no sé cómo hacer todo es muy extraño pata mí. Gracias

    1. Buenos días Katherina, entiendo la situación que planteas. Nosotros somos un recurso privado, aunque tenemos tarifa reducida en horario de mañana, no ofrecemos servicios gratuitos. Se que Los Camilos ofrecen atención grupal gratuita. Igualmente desde el médico de familia se puede pedir ayuda y derivación a Salud Mental. Espero y deseo que podáis estar bien atendidos. Un abrazo

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