Con este post, desde la mirada sanitaria, pongo en foco en el Impacto emocional que ha tenido sobre los profesionales sanitarios la atención a pacientes con COVID19.
El tiempo de confinamiento, ahora en fase de desescalada, ha dejado de lado nuestros intereses individuales, para atender al bienestar colectivo, como una forma de enfrentar y parar la muerte, como una forma de descongestionar el sistema sanitario, altamente saturado en las pasadas semanas. No estamos ante una situación de duelo individual, nos enfrentamos, desde diferentes realidades, a una situación de duelo colectivo.
Mirando hacia los sanitarios, la renuncia personal, no pasa por el confinamiento, pasa por el asilamiento de los seres queridos como una forma de evitar contagio, incluso con aquellos con los que se convive, pasa por un lugar de entrega y alta exigencia en lo laboral.
La pandemia, que ha afectado de pleno a los países desarrollados, deja tres grandes afectados a nivel emocional: los propios enfermos -tanto aquellos infectados por COVID19, como los enfermos crónicos que han visto sus cuidados en riesgo-, las personas que han perdido a un ser querido, y también los profesionales sanitarios, con enormes cargas de trabajo, y agotamiento.
Para profundizar en el Impacto que tiene en la salud mental de los sanitarios os comparto parte de la entrevista realizada a Covadonga Ezquerra, médico de familia y psicoterapeuta, con ejercicio en Madrid, quien trabaja en una entidad colaboradora de salud y en el ámbito privado. Podéis acceder a la entrevista completa, en mi cuenta de IGTV
Ana Rodríguez (A): ¿Cuál ha sido tu experiencia en la atención a pacientes con COVID19?
Covadonga Ezquerra (C): Lo resumiría como “todos a una y aprender sobre la marcha” Primero la sensación de vértigo de ser incluida en un grupo para atender a pacientes de coronavirus, a sabiendas que llevaba mas de 15 años ejerciendo en atención primaria, sin realizar atención hospitalaria. He tenido que recolocarme en este rol, como muchos de mis compañeros, y volver a estudiar sobre ello. Debido a la virulencia de está infección y la acción de un patógeno nuevo, los protocolos terapéuticos han sido muy cambiantes. Actualizar conocimientos en el uso de medicación de emergencia ante el empeoramiento de los ingresados, atender a sus necesidades, aprendiendo como sanitarios a cuidarnos con la puesta y retirada de los Epis, trabajando en condiciones físicas y psicológicas muy estresantes, con el riesgo de contagio, como así ha ocurrido.
A esta situación de emergencia sanitaria y de alta complejidad, hay que añadir el desconocimiento profundo sobre la enfermedad en si, y el desconocimiento sobre la posible evolución de los pacientes. La palabra que define este sentir en mi experiencia es la incertidumbre en muchos sentidos. Ha sido un reto, y una oportunidad de conciliarme con la medicina, de formar nuevos equipos, de valorar nuestra capacidad de adaptación.
A: Como informante clave de la visión de los profesionales cercanos a tu ámbito, tanto en unidades de cuidados intensivos como en atención primaria, qué ha sido lo más impactante de esta situación:
C: Lo mas impactante creo que esta siendo la dimensión del drama humano, hemos vivido situaciones muy traumáticas, para pacientes, familiares y profesionales, las exigencias técnicas preventivas en lo tocante a evitar contagios, han supuesto una dureza especial en la ausencia de acompañamiento familiar a los pacientes, especialmente los que finalmente han terminado falleciendo. Creo que muchos compañeros de atención hospitalaria, en especial enfermería y auxiliares en esto han realizado una labor humanitaria y han tendido un puente que ha podido paliar la necesidad de presencia familiar.
Desde lo mas puramente técnico, nos hemos reinventado, se han cerrado todas las ofertas asistenciales, para que todos los recursos humanos se dirigieran al COVID, con toda la trascendencia para los enfermos crónicos que han sostenido sus dolencias desde sus casas, a veces atendidos telefónicamente por los compañeros de AP compaginando esta infinita labor dual COVID y NO COVID, así como la tan necesaria asistencia domiciliaria. Con muchos profesionales trabajando fuera de sus ámbitos habituales, tomando roles asistenciales nuevos o casi olvidados.
La posibilidad de contagio, la novedad de la afección, y la falta, en muchos casos, de equipos de protección, además de aumentar la presión al sanitario, ha generado miedo al contagio, rabia y sensación de abandono de los profesionales, frustración ante situación de tan altísima exigencia en cada una de las asistencias y por el enorme aumento de volumen en pleno auge de la pandemia.
A: ¿Cómo os habéis enfrentado a la difícil situación de comunicación con la familia del paciente? ¿De qué manera podemos, ahora, en esta entrevista dar un mensaje tranquilizador?
C: Esto es muy importante, el teléfono ha sido el medio principal, en nuestro caso las habitaciones eran individuales, pero se les facilitaba conexión por móvil, a veces el del paciente, y algunas donaciones, pues dentro del aislamiento todo se considera infectado, incluso videoconferencias. En los casos más graves, nuestra llamada era esperada y agradecida por las familias, intentábamos amortiguar su dolor. Hemos transmitido mucho afecto al paciente, aportando serenidad y cuidado. En nuestras llamadas ayudábamos a dar contenido al relato, explicando que le habíamos dado, por ejemplo, crema para hidratar su piel, cogido de la mano, bajado la intensidad de la luz de la habitación para aportar calma, transmitiendo mucho afecto, etc. Esto es importante, porque ayuda a prevenir duelos complicados con la familia, por la necesidad de construir narrativas sobre la experiencia vivida, ayudándoles a construir imágenes de escenas que no pudieron vivir en primera persona.
Las familias han sostenido esto con una serenidad cargada de angustia de un modo admirable. Rescato las muy generosas devoluciones por parte de ellos. Quiero transmitir desde aquí toda mi admiración y cariño hacia ellos, nos lo han facilitado absolutamente. Me emociono al contarlo
A: Escuchándote Cova, me resuena esta idea: todos nosotros nos hemos enfrentado a distintos miedos, el miedo a enfermar, el miedo a morir, el miedo a perder a seres queridos, generándonos muchas veces, sentimientos de ansiedad, impotencia e incertidumbre, en relación a lo que va a venir en el futuro, en qué va a pasar a partir de ahora, en nuestra manera de vivir, donde parece imperante en el medio plazo la distancia social. ¿Cómo se concilia, cuando tu actividad laboral te obliga a estar en primera línea de atención, la vida laboral y familiar?
C: En mi caso ha supuesto dormir en habitaciones separadas, con el miedo y la responsabilidad presente, ante la posibilidad de ser un foco de contagio. Muchos compañeros han tenido que recurrir a recursos externos, saliendo del contexto familiar, alejándose, en estos casos, del tan necesario sostén familiar. Ya han pasado varias semanas, y vamos tomando algo de aire, pero aun no hay que bajar la guardia …sigo sin ver personalmente a mis padres, tienen su riesgo y ahora mi ausencia es el mejor modo de quererlos. Además, no tenemos pruebas concluyentes sobre la posibilidad de ser portador asintomático, hemos de mantener las medidas de protección entre nosotros.
A: En este contexto, de situaciones laborales tan duras, donde ha estado muy presente la acción, la responsabilidad, la exigencia ante el contexto sanitario de tan alta demanda, con una necesitan tan presente de tomar decisiones clínicas, rápidas, de estar en estado de alerta constante, conectaba con la idea del personal sanitario desdibujado en sus propias necesidades emocionales. ¿Cómo sanitarios, podemos hacer una pausa, podemos conectar con un lugar de escucha propia, ver qué necesitamos y cómo nos sentimos? ¿Qué vías habéis tenido de desahogo emocional?
C: En el tiempo de asistencia, con un rol profesional de tanta exigencia, difícil, si te conectas con tu propio malestar o tu propio cansancio, te puedes caer. Durante el tiempo de trabajo, en estas situaciones de alto estrés, estás en máxima alerta, con el sistema adrenérgico muy activado, aún hoy, con menos ingresos, pero en hiperalerta. Para nosotros, se pone en juego una operativa disociación, realmente estás desconectado de ti mismo, es una disociación que te permite seguir adelante, atender a los pacientes, estar concentrado en la tarea. Creo que aún no se ha sedimentado nuestro malestar, tal vez ahora, empezamos a caer en la cuenta de lo que hemos vivido. En paralelo al sentir de no querer quejarnos para no preocupar a nuestro entorno y porque necesitamos seguir trabajando. Se infra estima nuestro propio malestar. Aún queda en el aire, cómo se está sedimentando toda esta experiencia.
Cuando terminaba el turno, tienes momentos en los que puedes conectar con tu experiencia, mi momento de ducha: se me venían a la cabeza partes de mis conversaciones con los pacientes y con las familias, su agradecimiento, pero también el miedo a no saber qué vas a encontrar en el siguiente turno. La sensación de equipo ha sido enorme, entendernos con la mirada…recuerdo las miradas a través de los EPIS, como miradas de apoyo, con el sentir del trabajo en equipo, tan necesario en este contexto. Conecto con las nuevas lecturas de esos ojos, que con sus expresiones te tranquilizan o entristecen, o te dan seguridad…o te dicen se acabó…
Hacer red interprofesional entre nosotros es fundamental, una forma de dar y recibir apoyo. Es importante poder acceder a lo que te está pasando, bien con un compañero, amiga, familia…Cuidar al cuidador es muy importante. Tomar contacto con nuestra vulnerabilidad, no es debilidad, es humanidad.
A: Nos constituimos en la relación con los otros: siempre estamos en un vínculo, entrelazados; formamos parte de la familia, de la sociedad, inmersos en una cultura, en un lenguaje que nos humaniza.
A: Claramente esta es una situación traumática, un porcentaje de los profesionales, pueden experimentar estrés postraumático, padeciendo insomnio, flashback de las experiencias traumáticas vividas, teniendo un alto impacto en su salud mental. El impacto va a depender de muchos factores, considerando los apoyos, el estado emocional previo del profesional, su propia personalidad, recursos personales, etc. Los sanitarios necesidad conocer sus límites, identificar las situaciones altamente ansiógenas y pedir ayuda cuando sientan su tolerancia desbordada. ¿Crees que se puede establecer algún dispositivo para vuestra propia ayuda emocional?
C: Considero que va a ser necesario, probablemente mas de lo que estimamos, pero esto se irá viendo con algo mas de tiempo. La sensación interna de los equipos asistenciales sigue siendo de alerta, y hay muchas cuestiones que estamos organizando para realizar una buena atención diferenciada en las etapas actuales y venideras. A medida que pase la hiperalerta, nos iremos conectando con los sedimentos emocionales de las vivencias, en ocasiones muy traumáticas, ha habido mucho drama humano y a todos se nos moviliza algo con el sufrimiento de nuestros iguales. Espero y confío que los que conocemos el acompañamiento terapéutico, dispongamos de capacidad de encontrar modos en los que poder llegarles, los sanitarios somos un colectivo, especialmente el medico, en que no estamos especialmente sensibilizados con nuestro autocuidado en lo emocional. La manera de trabajar tampoco le da demasiado espacio a este tema.
Grupos Balint, en los centros asistenciales, podría ser una buena opción, asistencia especifica en el colectivo a nivel grupal, para poder expresar y poder sacar todo lo que esto ha supuesto y sigue suponiendo. En mi hospital se facilitaron sesiones a primera hora de la mañana por parte de las terapeutas, se hacía una sesión grupal y funcionó muy bien. Se establecía un espacio de compartir inquietud, miedos, dificultades y permitió prevenir y tratar la ansiedad de cada jornada. Podrían plantearse en forma de talleres de prevención si no primaria, si secundaria, el estrés que hemos vivido no nos lo quita nadie.
A: Ambas somos amantes de la fotografía y de su uso en el ámbito psicoterapéutico. ¿De que manera crees que podría ayudar en esta situación?
C: De muchas maneras, somos seres visuales y esta situación ha dejado nuestras retinas cargadas de imágenes. El uso de la fotografía terapéutica es ante todo una facilitadora del relato, de lo que duele y no puedes nombrar (una imagen vale mas que mil palabras). En mi caso, tengo mi propia experiencia que contarte: sin darme cuenta, he ido haciendo un cuaderno de bitácora de imágenes con algunas frases recopiladas en momentos de angustia, de los que he podido acompañar a morir y de los que no, de agradecimiento, de salir exhausta después del trabajo …de los primeros paseos, de lo que veía desde mi confinamiento, cuando las miro me llevan a ese momento, y me ayudan a conectar con agradecimiento con el aquí y ahora, tan necesario siempre para recolocarnos. Además, este relato es terapéutico, como en toda psicoterapia lo que puedes expresar forma parte de uno de los pasos que buscamos en el procesamiento del trauma, para que una experiencia impactante pueda asimilarse de manera sana y no de una forma que siga dando problemas en adelante. Todos vamos con nuestro móvil cerquita, cámara en mano, un movimiento rápido y tienes tu imagen…este momento es muy facilitador para todo esto.
Gracias Cova por tu testimonio, tan rico y valioso.
Ana Rodríguez Gonzalo. Psicoterapeuta especializada en Duelo